Ultra Trail Sierra Nevada 2015, USN62. La anticrónica.

Un poco de contexto: corría el año 2015 y algunos ya dibujábamos tracks desde Granada hasta Sierra Nevada de la mano de lo que ahora es un gigante deportivo. Las primeras ediciones daban salida a la carrera desde la capital y los atletas íbamos deteniendo nuestro GPS a la llegada a distintas localidades que marcaban las líneas de meta de cada una de las distancias, localidades que eran punto intermedio de la reina de la fiesta, la larga distancia con meta en la estación de esquí.
No fue mi primera larga distancia por montaña, pero sí la más especial hasta el momento.
Para los nostálgicos o los que quieran saber un poco más de como llegó esta carrera a ser lo que es hoy, aquí mi humilde aventura de aquella noche y su siguiente mañana por las montañas de Granada, mi crónica, léase en Julio de 2015:

A veces uno debe marcarse prioridades en la vida, prioridades que te lleven a poner todas tus fuerzas en lo importante mucho antes que en lo urgente. Y eso es lo que me ha pasado a mi este año, por suerte o por desgracia tuve que poner mis entrenos y mis objetivos deportivos en un segundo plano mientras organizaba la mudanza de mi corazón.

Tras fallarme a mi mismo en un par de eventos gordos desde navidad y luchar junto a mi dignidad en el agua de Elche, era hora de cumplir con una inscripción y con un reto que pusiera mi cabeza y mi ego a la altura que se merece, era hora de premiar a mi yo.


La cita no era moco de pavo, Ultra Trail de Sierra Nevada, 62km de pura montaña con más de 3000m de desnivel acumulado positivo y otros tantos en negativo. Jose Luis Casares mi copiloto, o mi piloto, como queráis verlo. La ocasión pintaba épica y vamos que si lo fue…

La salida situada en pleno centro de Granada se daba a las 00:00 de la noche y nos esperaban muchas horas de frontal y pies iluminados antes de ver amanecer en algún punto entre nuestro pistoletazo de salida y nuestra meta. Sentirse arropado en un reto como este no tiene precio, si además en este caso el apoyo viene en forma de club, familia y amigos, entonces la cosa no puede comenzar mejor.

Pistoletazo de salida y a volar, muy muy curioso como la gente salía tranquila, nada de velocidades extremas o codazos por coger la posición, todos en grupo y a ritmos muy asequibles, una de dos, o sabíamos que a 500m tendríamos las primeras rampas, o sabíamos que tras esas vendrían muchas más.
Pistoletazo de salida y a volar, muy muy curioso como la gente salía tranquila, nada de velocidades extremas o codazos por coger la posición, todos en grupo y a ritmos muy asequibles.
Primeros kilómetros preciosos por las calles de nuestra ciudad, en escasos 5km nos hacen subir y bajar las dos colinas de Granada, primero podemos disfrutar de una vista panorámica de nuestra querida Alhambra, para más tarde estar corriendo por sus bosques. Estos primeros minutos serían un resumen estupendo del resto de la prueba, subidas, bajadas, escaleras, terreno técnico y poco tiempo para la distracción, el disfrute y el descanso. Lo que venía sería muy muy duro, probablemente lo más duro que he vivido, deportivamente hablando.

Tras salir de la Alhambra, un terreno conocido, el Llano de la Perdiz, escasos 2km donde correr a ritmo, romper un poco el grupo y prepararse para una primera bajada muy técnica que puso a prueba nuestros cuádriceps y nos dejó a pie del primer punto de control, disco-avituallamiento a cargo de la familia de las aspas, Sapiens Human Runners escribió una nueva definición de apoyo al corredor, inmersos en líquido, comida, luces, música y el mejor ambiente, casi no tuvimos tiempo de saborearlo para estar de nuevo inmersos en la noche, lo bueno había acabado, por delante terreno desconocido, desconocido por no haber estudiado el trazado y desconocido por que el entreno nos dejaba la duda de hasta donde podríamos llegar, ya teníamos 10km y la idea era dividir la carrera en 5 partes más, cada punto de control sería un premio para nuestro cuerpo, una gominola de azúcar para nuestra cabeza, sería un paso más hacia lo que habíamos venido a buscar.
Nos dejó a pie del primer punto de control, disco-avituallamiento a cargo de la familia de las aspas, Sapiens Human Runners escribió una nueva definición de apoyo al corredor.
La subida a Beas fue la primera prueba de lo que la noche nos depararía, un constante desnivel positivo sin tiempo para el descanso y lo que para mi era más importante, sin tiempo para correr y es que tenía muy claro que mientras más corriese en esta prueba menos sufriría mi cuerpo, sé que suena paradójico, pero cuando no has entrenado una carrera, no has estudiado un perfil y tu cuerpo no está preparado ni para cubrir esas distancias ni para alimentarse de forma correcta durante tantas horas, mientras antes llegues a meta dentro de tus posibilidades, mucho mejor. En este sector perdemos a Ernesto de vista y rompemos el grupo en el que veníamos subiendo desde Granada, terreno muy escarpado, senderos muy rotos y una pequeña bajada también técnica para llegar a la entrada del pueblo, un pueblo fantasma que nos recibía a altas horas de la madrugada con algunos vecinos al fresco en las puertas de su casa y una plaza del ayuntamiento que nos recibía con todo el cariño de la familia de Soy Montaña y su fantástica causa a lomos de los sueños de David Kala. Este sería el último avituallamiento por el que merecería la pena seguir luchando, el resto podíamos haberlos encontrado en cualquier prueba de pueblo un día de primavera, como nunca me cansaré de recordar… en los detalles está la excelencia, y no todos pueden alcanzarla, felicidades Alberto, felicidades David.

Al llegar a Beas ya empecé a suponer lo duro que se haría el reto en el que nos habíamos embarcado, las piernas empezaban a estar en su jugo, los recipientes de agua de un litro no eran suficientes para cubrir 10km cada vez más exigentes y si en ese momento me dicen que hay un 24 horas de Sapiens a 500m del pueblo, hubiese vendido mi alma al diablo por unos palos. Casares se descolgaba, sufría en las bajadas y aunque no fue una gran diferencia la que hizo que lo esperase, sí me dio tiempo a contestar a algunos mensajes en mi iPhone, sabía que mi gente ya estaba en la cama y que en muchas horas serían los últimos alientos que leería en mi muñeca, pero me fueron suficientes para juntarlos con los de la salida y dosificarlos hasta el despertar de los cuerdos. El apoyo de unos padres y una familia, sharptheclub, no tiene precio, pero en esta ocasión disfrutaba de un apoyo que hacía tiempo no sentía como auténtico y era el susurro de mi mente, ese amigo imaginario con el que más horas pasamos al día, esas ideas, esos planes y esas locuras futuras eran glucosa para mis piernas y sueños para mi entrada en meta.
El susurro de mi mente, ese amigo imaginario con el que más horas pasamos al día, esas ideas, esos planes y esas locuras futuras eran glucosa para mis piernas y sueños para mi entrada en meta.
Salimos juntos del pueblo, la gente ya hablaba del famoso cortafuegos y yo la verdad, le tenía ganas, una zona de caminos algo arenosos y un fuerte giro a la derecha supervisado por unos voluntarios y allí estaba el muro, la cola de gente intentando coger el lado limpio, manos a las rodillas y a subir que toca, si os digo que el suelo no quedaba a más de dos palmos de la cara ¿me creéis?. Esta fue la primera vez de muchas que flaqueé, que noté un pequeño vacío, me paré un momento para mirar hacia abajo y no podía creer lo que habíamos ganado de altitud en apenas 100m y lo peor al llegar arriba no tocaba descansar tocaba subir un poco más y comenzar una bajada que para nada dejaba lugar a soltar las piernas, un sendero estrecho con bastante vegetación y muy roto, daba lugar a una bajada en la que se hicieron trenes y en la que te veías negro para adelantar a alguien que no fuese a tu ritmo. Al llegar abajo, un avituallamiento tenue y frío cerca del río y gestionado por unos voluntarios con sueño y mucha tranquilidad, justo lo que no necesitábamos en esos momentos, estábamos en la mitad de la prueba y ya mucha gente preguntaba por las opciones de retirada.

Intenté comer concienzudamente y beber aún mejor, el cortafuegos me dejó vacío. Preocupado porque Casares no llegaba mi cuerpo pedía marcha o correr hacía una cama. Lleno los botes de agua, miro mi reloj y decido dar 5 minutos más a mi compañero, si no tendría que seguir o sacar ropa de abrigo. Finalmente estos 5min se convirtieron en 10 y en un error muy gordo, no abrigarme. Ya casi decidido a continuar veo a Casares aparecer, tocado y con los pies muy doloridos le invito a ser rápido y seguir conmigo, mientras tanto aprovecharía para abrigarme pero ya era tarde, me cogió una tiritera que para mi queda, necesitaba entrar en calor y esto solo lo conseguiría corriendo, pero con eso solo conseguiría perder a Jose de nuevo y eso no era lo que quería. Corremos juntos unos metros y en nada la nueva subida nos invita a volver a sudar.



La salida a la carretera de Quéntar dio lugar a un tramo de asfalto y un rato de conversación, Casares me confiesa que llegaba al 30 con la idea de tirar la toalla y que por suerte hemos arrancado rápido, le digo que la retirada no es opción y aunque se nos hará larga la caminata sólo quedan dos sectores tras el pueblo y que esto ya era nuestro, benditos infelices. En este tramo vivimos sin duda las imágenes más espectaculares de la prueba, cruce de dos ríos, entrada en el valle del pantano, apagado de los frontales y un amanecer que sabía a gloria, fueron buenos kilómetros juntos en los que disfrutamos mucho, quizá lo único que disfrutamos en 13 horas y en las que al menos yo me acordé de mucha gente que sabía que hubiese disfrutado corriendo por esos parajes y capturando en su retina lo que yo veía. Retumbaban en mi cabeza las palabras de algún amigo antes de la salida, tinto de verano en mano, en las que aseguraba que le encantaría correr algo así algún día todos juntos, pero ya si eso vamos otro domingo y hacemos solo ese trozo y terminamos con una cerveza en una venta de montaña, yo pago, ¿vale?.

La llegada a Quéntar sólo generó dudas, colas de gente en los bares para tomar algo frío, otra cola diferente para los que ya tomarían algo frío en casa y una plaza del pueblo desolada en la que ya empezaba a notarse el calor. Por suerte varios conocidos me dan conversación mientras que vuelvo a centrarme en comer y beber bien y a los que pido que avisen a Casares de que ya no podia esperar mas, mi cabeza solo pedía correr, correr para llegar lo antes posible. Salida tranquila del pueblo y de nuevo paredón para desayunar, si nos creíamos que lo duro sería el corta fuegos de Beas, señores, les invito a probar la subida que se nos venía encima, otro cortafuegos de al menos tres tramos a cual peor, la que debería ser nuestra etapa de enganche hacia la última batalla, se convirtió sin duda alguna en la peor de las etapas. Sorprendido una vez más por la capacidad de auto engaño que tiene mi binomio cuerpo mente, decidí no parar hasta llegar al nuevo punto de control, vigilar mucho el agua y dejarme llevar por las piernas en cuanto pudiese. Un tramo final tras la subida invitaba a soltar piernas por un carril ancho hasta llegar a una nueva zona técnica que nos agrupó y nos ayudó a conocer a nuevos compañeros de viaje, los siguientes metros por asfalto los guardo para mi… Volvían a llegar de nuevo los primeros mensajes, desayuno en mano y el aliento se volvía a notar en nuestros móviles, recordándonos que no corríamos solos y que alguien nos esperaría para contar mentiras al llegar a meta.
Sorprendido una vez más por la capacidad de auto engaño que tiene mi binomio cuerpo mente, decidí no parar hasta llegar al nuevo punto de control, vigilar mucho el agua y dejarme llevar por las piernas en cuanto pudiese.
El paso por la Fuente de la Teja fue largo, a falta de líquido frío en todos los avituallamientos, uno de los pocos puntos negativos entre otros muchísimos positivos que se le pueden remarcar a una muy buena organización de la prueba, fue este, el cual me invitó a buscar el fondo de emergencia en la mochila y beber un par de botellas de Coca-Cola bien fresquitas en el bar de la casa rural que albergaba el avituallamiento. Parece mentira, pero ese poco líquido frío y esos minutos a la sombra fueron suficientes para asegurarme que terminaría y que terminaría entero, como me había prometido a mi y a mi yo del pasado. A todo esto ayudaron las palabras y la ducha templada del amigo Pablo, gracias de corazón, fue el empuje hacia lo que nos esperaba, la desesperación de no ver llegar el momento de llegada y esos consejos cuales turistas buscando las mejores vistas arriba del collado.

Al salir del recinto veo a lo lejos que Casares se acerca, le cuento que no sea tonto, que pase directamente al bar y que pregunte por los tercios que le he dejado pagados, lo invito a ser rápido y engancharse, pero consciente como yo de lo que su cuerpo necesitaba, nos citamos en meta y un abrazo fue el augurio del éxito venidero.

Estaba todo planeado, 5km de subida, buenas vistas, 6 de bajada y la miel del éxito. Mi gente ya sabe a que hora debería poder abrazarme y yo ya sé a que hora debería cobrar mi recompensa, pero a veces los planes no salen como uno quiere y tras una nueva subida en la que tras una loma venia otra y después otra y todas para arriba, el camino de bajada en vez de acercarse al pueblo no hacia más que alejarse. A mi empezaban a no salirme las cuentas en cuanto a kilómetros y mis reservas de agua estaban agotadas. El último kilómetro fue eterno, fueron 3000 metros en fila, seco y divisando el pabellón a lo lejos. Por suerte algún alma caritativa de la organización subía sendero arriba ofreciendo un buchito de isotónico y unos ánimos que sabían a medalla.
Por suerte algún alma caritativa de la organización subía sendero arriba ofreciendo un buchito de isotónico y unos ánimos que sabían a medalla.
Unas curvas finales de cemento y la entrada al pueblo, aquí ya los cuádriceps gritaban como nunca y los pies llevaban los coros, miedo me daba de quitar los calcetines, así que decido correr, total era el mismo dolor retener andando que corriendo y pensé que corriendo sería menos tiempo. Voy seco seco de agua, tanto como para pedir a algún corredor un último buchito y parar a 500m de meta en una fuente del pueblo a por un último trago que me de lucidez en la celebración.

Callejuelas, giros y una última amplia curva a derechas, y allí estaba mi padre, menudo crack, móvil en mano, sus nervios no le dejaban quedarse en meta, así que había subido a verme llegar, era la señal de que podía empezar con la celebración, puño bien apretado, lagrimas en los ojos y último apretón, sólo por esa curva hubiese vuelto a correr las 13 horas, el resto ya fue la polla, lo siento por la expresión pero cuando ves que tu gente ha salido a recibirte, tu madre ha subido de meta para verte antes, para indicarte que hay un desvío que te llevara a hacer 200m más pero que no importa por que ellos ya están ahí, cuando ves los ojos vidriosos de tus padres y la cara de tranquilidad y orgullo de los tuyos, cuando además giras hacía meta y ves que la gente de tu Club, la gente de tu familia, están allí para recibirte, entonces es cuando lo entiendes todo. ¿Quieres entenderlo? Tienes que vivirlo. Si quieres llegar rápido ve solo, pero si quieres llegar lejos, entonces amigo, mejor ve acompañado. ¡El equipo perfecto!.
Si quieres llegar rápido ve solo, pero si quieres llegar lejos, entonces amigo, mejor ve acompañado.
El resto es inexplicable, lo siento, entrar en meta de la mano de alguien que de verdad te apoya, te empuja y te trajo al mundo, entrar en meta con los aplausos y felicitaciones de tu gente, entrar en meta con tu padre a la espalda y el dedo pegado al botón de la cámara del móvil y verte rodeado de atenciones, bebidas fresquitas con las que llevas soñando toda la noche, caricias, palabras de alivio y lo mejor de todo, ver a tu madre emocionada por ver feliz a su hijo, eso, eso no tiene precio, ella es la que mejor te conoce y la única que quizá sabe lo que ha costado volver y terminar esta carrera que comenzó hace ahora casi 6 meses, pero mamá tranquila, todo vuelve a estar en orden, y mejor que nunca, esa paz a la que llevas refiriéndote tanto tiempo creo que ha llegado para quedarse. Gracias por todo, gracias a todos y en especial a ti.

El año que viene vuelvo, pero en moto, o quizá en zapatillas, para acompañar, apoyar y ayudar a que otros puedan cumplir su sueño.

Alivio, eso lo resume todo.

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